El Foro Alternativo Mundial del Agua (FAME en frances) abrira sus puesrtas en Marsella, Francia, del 14 al 17 de marzo del 2012. "Agua y extractivismo" es uno de los ejes temáticos del foro : http://www.fame2012.org/files/aguaext.pdf
Minas, pozos de petróleo y gas, plantaciones o criaderos industriales, represas hidroeléctricas gigantes… todos los días nuevos territorios son transformados en zonas de sacrificio destinadas a producir materias primas y energía. La explotación a gran escala de la naturaleza y de sus “recursos” se acelera de forma exponencial en los países del “Sur”, forzados a jugar este “rol” desde la época de las colonias. Cambios sociales y transformaciones culturales inevitables; alteraciones a menudo irreversibles de los ecosistemas; contaminación con efectos devastadores para la salud, etc.; el impacto de la industria extractiva es conocido y denunciado. La depredación avanza también en el “Norte”: la reciente avalancha de proyectos de explotación de hidrocarburos en los países occidentales muestra que, aunque los contextos sean distintos, ningún territorio queda totalmente indemne. En todas partes, tanto en el Sur como en el Norte estallan conflictos entre poblaciones víctimas o amenazadas, empresas y poderes públicos. En numerosos lugares del mundo se organizan resistencias, se estructuran movilizaciones y nacen movimientos populares que se oponen a los “grandes proyectos” de explotación de la naturaleza.
“El agua vale más que el oro”, proclaman los grafitis pintados en las paredes de ciudades y pueblos de Argentina, Perú, Colombia, etc., y, por su parte, los militantes franceses contra el gas de esquisto cantan: “Hay que elegir entre beber o conducir”. El agua, que “no tiene precio”, está casi siempre en el centro de estas luchas. Con frecuencia, el acceso al agua, su disponibilidad o su calidad se ven directamente amenazadas. Cada industria tiene su “libro negro”. Las minas a cielo abierto contaminan las corrientes de agua y los acuíferos (productos tóxicos y metales pesados procedentes de drenajes ácidos), degradan las zonas de recarga hídrica, deterioran los glaciares y el permafrost. En las regiones que ya sufren de estrés hídrico, millones de litros de agua se utilizan cotidianamente para actividades mineras en detrimento de las necesidades de la población. La extracción de hidrocarburos de esquisto requiere también enormes cantidades de agua. Cada operación de fracturación hidráulica consiste en inyectar en el subsuelo entre 10 y 20 millones de litros de agua mezclada con arena y aditivos químicos, de los cuales solo una parte vuelve a subir a la superficie, y su reprocesamiento suscita serias preguntas. La explotación petrolera tiene una gran deuda: la contaminación del agua dulce y del agua de mar, de forma accidental (mareas negras) o sistemática (delta del Níger, Amazonia ecuatoriana o peruana, etc.). Todo esto produce verdaderas tragedias medioambientales, sanitarias y humanas. Las grandes represas hidroeléctricas están implicadas en la desaparición de peces de numerosos ríos, lo que equivale a la destrucción de economías locales basadas en la pesca. La lista es larga…